La soledad: ¿cómo entenderla y afrontarla?
Laura
Mulatero
La soledad forma parte de la experiencia humana desde siempre, sin embargo, no es objeto de estudio hasta la década de los 50, cuando se define como una experiencia o sentimiento desagradable relacionado con la necesidad/carencia de intimidad con otras personas.
Posteriormente, ya en los 70, se produce un mayor interés por esta emoción tan buscada como rehuida, y surgen estudios más profundos como los de Weiss en 1974, que define la soledad como “la ausencia percibida de relaciones sociales satisfactorias”.
Pero, fue en los 80 cuando empezó a ser un tema de investigación empírica, creándose escalas de medición de este sentimiento. Así, la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), enfatiza componentes cognitivos y emotivos en su escala de medición. El aspecto cognitivo es la conclusión personal de tener menos relaciones interpersonales y el componente emocional es el tono negativo asociado a esta conclusión.
Entender y afrontar la soledad
Estar o sentirse solo o sola es una experiencia que forma parte de todas las culturas, podría decirse que forma parte de la vida, pero al hacerse crónica puede tener graves consecuencias psicológicas e incluso físicas, ya que la falta de integración social, es incompatible con el bienestar personal.
Ahora bien, una cosa es la soledad buscada o voluntaria y otra bien distinta es la impuesta o no deseada. En este sentido, los investigadores de la UCLA, mencionada anteriormente, señalan dos características esenciales de la soledad: Conlleva deficiencias en las relaciones sociales y representa una experiencia subjetiva.
Partiendo de esta definición, sobre todo, tomando en cuenta el hecho de que se trata de una vivencia subjetiva y no necesariamente sinónimo de aislamiento social, ya que una persona puede estar sola sin sentirse solitaria o sentirse sola cuando está rodeada de otras personas.
Por otra parte, en la teoría de Weiss, el apego es la base de la soledad emocional. Según este autor, “las personas que pierden su figura de apego, sea por la razón que sea, podrían experimentar soledad emocional, aunque no necesariamente soledad social”.
Un ejemplo de esta teoría es el vínculo creado entre dos personas adultas: el vínculo amoroso es el más común, aunque un amigo muy cercano también puede ocupar ese lugar. Cuando se produce la ausencia de esa figura puede aparecer la soledad emocional. No obstante, la prevalencia de este tipo de soledad, varía de acuerdo al estilo de apego: quienes tienen un estilo inseguro experimentarán más esta emoción.
En cuanto a la soledad social, numerosos estudios (Glauser & Richmond, 1994; Rokach, 1996; Brown, 1978) han evidenciado la relación directa entre salud y apoyo social. La falta de contacto social puede influir negativamente en la salud mental propiciando estados de depresión y ansiedad.
De la misma manera, la soledad está directamente relacionada con el abuso de drogas, las enfermedades psicosomáticas, el alcoholismo, la hostilidad hacia otras personas y el suicidio. Por todo ello, es importante saber afrontar esta vivencia de forma que se eviten sus nefastas consecuencias.
Cómo manejar la soledad de forma positiva
Ya sea social (carencia de relaciones sociales) o emocional (ausencia de relaciones significativas), esta experiencia afecta a la salud física y mental de las personas. No solo produce tristeza y depresión, sino que también empeora la salud física aumentando el cortisol y debilitando el sistema inmune.
En una sociedad cada vez más digitalizada, a pesar de que la tecnología ha proporcionado mayor conectividad, sin embargo, este sentimiento ha crecido exponencialmente y sigue en aumento. Entonces, ¿qué se puede hacer para manejar una soledad no deseada?
Reconocer la emoción y aceptarla
Para poder afrontar este sentimiento de manera constructiva, el primer paso es reconocerlo. La soledad nos avisa de que, o bien, hay necesidades relacionales no cubiertas, o bien se está atravesando una situación de pérdida o vacío. Aceptar esta emoción libera gran parte de su peso y abre la puerta a un cambio positivo.
Comprender la soledad
Identificar, nombrar y definir lo que se está sintiendo ayuda a gestionar la emoción y a decidir qué se va a hacer con eso. Para poder llevar a cabo los cambios necesarios para dejar de sentir la soledad como algo negativo hay que ser capaz de analizarla y expresarla. Si se oculta o reprime, solo se está consiguiendo magnificarla y hacerla crónica.
Tener paciencia
Como ocurre con cualquier otra emoción (ira, rabia, tristeza, miedo) la soledad requiere de un proceso para ser liberada. En dicho proceso se pasará por diferentes etapas hasta que llegue el momento de soltarla sin juzgar, pero antes se ha de pensar, analizar, y tratar de resolver dicha vivencia de la mejor manera posible.
Mantenerse en movimiento
A pesar de que se trata de un sentimiento incómodo, no es buena idea dejar que nos paralice. Hay que continuar realizando esas actividades que nos gustan: el arte, el cine, la literatura, el deporte, no hay que renunciar a nada de ello, más bien al contrario. Encerrarnos con nuestro sentimiento de soledad solamente consigue empeorar la situación.
Contar con ayuda
Si llega un momento en el que el sentimiento de soledad es tan abrumador que se tiene la sensación de estar a punto de caer en una depresión, lo mejor es buscar ayuda. La terapia psicológica proveerá de recursos personales para efectuar cambios eficaces y aliviar la tensión emocional y mental.
Aprender a disfrutar de la propia compañía
La soledad, si no se evita, puede ser una oportunidad única para tomar consciencia de nosotros mismos, para conocernos mejor y para descubrir qué queremos o qué esperamos de la vida. En soledad se pueden descubrir nuevos hobbies y habilidades y también es la puerta hacia el crecimiento espiritual, pues nos permite contactar con nosotros mismos de manera más profunda.
La meditación, el mindfulness o atención plena, el yoga, la psicología positiva, y las terapias de tipo cognitivo-conductual son grandes herramientas con las que aprender a entender y afrontar la soledad. En Mindgram un equipo de profesionales cualificados pone a disposición de empleados y empresas todos estos recursos en aras de mejorar el clima laboral.
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