Agotamiento laboral: qué es y cómo se manifiesta

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Katarzyna Kucewicz

El desgaste laboral: este es el nombre del estado de agotamiento emocional, mental y, a menudo, físico, causado por un estrés prolongado, persistente y repetido relacionado con estar atrapado en una situación agotadora que excede nuestros recursos de aguante. La mayoría de las veces hablamos del agotamiento en un contexto profesional, pero puede ocurrir en otras áreas de la vida, como la paternidad, el cuidado de una persona discapacitada, el matrimonio infeliz o el confinamiento relacionado con la pandemia actual. 

El desgaste que más a menudo nos ocurre es sin duda el que se produce en el ámbito laboral. Herbert Freudenberger utilizó por primera vez el término «desgaste laboral» en 1974 en su libro «Burnout: The High Cost of High Achievement». Explicó que se trata de «la extinción de la motivación de una persona para realizar las tareas que se le encomiendan, que suele ocurrir cuando la dedicación y la conciencia no dan los resultados esperados». Hoy en día se asume que el agotamiento laboral es el resultado de la falta de higiene laboral, las horas extras constantes, la fatiga asociada con el exceso de tareas y la imposibilidad de mantener un equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida.

Lo que muy a menudo lleva a las personas a estar profundamente deprimidas y desanimadas (es decir, manifestaciones axiales de agotamiento laboral) es la sensación de apoyo nulo por parte de su supervisor o compañeros de trabajo y la realización de tareas que son demasiado extenuantes, difíciles, aburridas o sin sentido. Cuando una persona no recibe suficiente apoyo de los demás y además siente que su trabajo no cumple con su vocación, aumenta el riesgo de que en cualquier momento pueda sentirse agotada profesionalmente.

Como psicoterapeuta, puedo deducir de las observaciones con mis pacientes que las personas que más frecuentemente se sienten agotadas son aquellas cuyo trabajo consiste en el contacto directo con otras personas, por ejemplo, aquellas que trabajan dando apoyo o ayudando a los demás (educadores, trabajadores sociales, trabajadores de ONG, psicólogos o médicos). Sin embargo, la prof.ª Helena Sęk, una destacada investigadora y psicóloga polaca de la salud confirma que absolutamente cualquier trabajo puede causarnos desgaste laboral, si en nuestro trabajo adoptamos y practicamos estrategias no constructivas para lidiar con el estrés a largo plazo. Curiosamente, resulta que incluso los jóvenes con poca experiencia profesional también pueden sufrirlo.

¿Son los factores organizativos y las malas condiciones laborales la causa del desgaste ocupacional? Los investigadores llevan años observando esta posición, asumiendo que el hecho de que una misma profesión pueda causar desgaste laboral en una persona y no en otra, demuestra lo importantes que son, además de los factores profesionales, los rasgos específicos de personalidad y la capacidad antes mencionada para manejar la tensión. Los rasgos de personalidad que predisponen al agotamiento son: depresión, baja susceptibilidad al estrés y alta reactividad emocional.

Coloquialmente, se puede definir el agotamiento laboral como un estado de completa aversión al trabajo. Sin embargo, el desgaste es una especie de proceso a lo largo del tiempo. Al principio, a la persona afectada le gusta venir a trabajar y le gusta su trabajo. Si se involucra, podría incluso sentir la necesidad de permanecer en él el mayor tiempo posible, dándolo todo de sí misma y por culpa de eso, descuidar su vida familiar. El desgaste laboral afecta muy a menudo a aquellas personas que han estado enamoradas de su trabajo durante muchos meses o incluso años. Tan enamoradas que se pasaban los días enteros trabajando, descuidando a sus familias y amigos, a cambio de nuevas y emocionantes tareas. Muchas de las historias de los pacientes empiezan de esa manera. Al principio el trabajo era su pasión, su misión y su sueño hecho realidad.

Solo después de un tiempo, las mismas personas que antes estaban completamente comprometidas se dan cuenta de que el trabajo ya ha ocupado todo el espacio de su vida. Empiezan a sentir una especie de vacío, un cansancio muy difícil de calmar. El comienzo del desgaste laboral es el agotamiento emocional. Una sensación de cansancio que no desaparece; la sensación de que toda actividad profesional es agobiante y que nada te da el descanso que mereces. Si el trabajador no reacciona a tiempo, entra en la segunda etapa del desgaste: la despersonalización y el cinismo. En este estado, el cansancio ya no lo abandona, y además, comienza a distanciarse de otras personas, y rompe todos los lazos emocionales con las personas con las que tuvo contacto profesional.

Trabaja sin ganas, se le nota ausente e indiferente. Otros pueden pensar que ha dejado de preocuparse por todo, que ha caído en una rutina, o incluso que le faltan tareas y compromiso (¡pero si antes estaba tan comprometido con su trabajo!). Tal comportamiento es el resultado de una angustiosa sensación de insatisfacción con el trabajo. La etapa final del agotamiento es el sentimiento de incompetencia y negación de sus logros. Empezamos a dudar de nosotros mismos y sentimos que la forma en la que cumplimos con nuestros deberes es patética, incorrecta, inútil.  A pesar de los elogios y nuestros éxitos, nuestras experiencias y habilidades, sentimos que nuestra carrera es solo un cúmulo de coincidencias y casualidades, un error. Por desgracia, ese sentimiento hace que poco a poco dejamos de esforzarnos, cometemos errores, se nos acumulan las tareas y nos sentimos impotentes. Perdemos completamente el control sobre nuestro trabajo.

El desgaste laboral, por supuesto, es mejor prevenirlo que tratarlo más tarde. La profilaxis eficaz parece estar elaborando métodos para combatir el estrés, porque el desgaste comienza justo en el momento en que el estrés se apodera de nosotros. La acción es de gran ayuda en esta lucha. No solo el descanso pasivo, sino también el ejercicio u otras actividades que nos relajarían, como hacer deporte, tener un hobby, practicar meditación y yoga o participar en talleres de desarrollo profesional. De esta manera podremos romper con el estrés y desconectar de la rutina profesional.

Sin embargo, con solo la relajación no siempre es suficiente. Si la relajación y el autocontrol no ayudan, conviene buscar la ayuda profesional de un psicólogo/psicoterapeuta que pueda mostrarnos cómo lidiar con la tensión y manejar las emociones que nos resultan insoportables. También puede ayudarnos a determinar qué cambios de carrera debemos implementar para volver a sentirnos satisfechos con nosotros mismos. Vale la pena hacerlo, porque pasamos en el trabajo una parte tan grande de nuestra vida que definitivamente merecemos vivir esa parte de nuestro tiempo de forma feliz… Hay que decir sin rodeos que muchas veces «esa forma feliz» se reduce a la necesidad de cambiar de sector. Pero a menudo es suficiente con cambiar la tarea o nuestros hábitos de vez en cuando, para poder sonreír de nuevo al pensar en el trabajo, y no amargarse en un sentimiento de desánimo.

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